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Estamos viviendo una nueva era, rodeados de nuevas tendencias a las que las universidades han empezado a adaptarse, en especial la nuestra. Y si las dejas pasar, simplemente puedes quedarte último en la carrera. Por esto se crearon las incubadoras de empresas, porque los jóvenes han decidido aplicar esas ideas que nacieron en su universidad o quizás antes. Quieren ser dueños de su propio negocio, quieren innovar y aprender, encontrar en el mercado un nicho donde puedan insertarse y crecer y, por supuesto, satisfacer las necesidades de esos nuevos clientes que buscan cosas diferentes.
Las startups están surgiendo en nuestro país y en el mundo, pero no son simples emprendimientos, sino que vienen a apoderarse del mercado con sus ideas innovadoras. Buscan crecer rápido con el fin de convertirse en grandes empresas. Una startup, según Forbes, es una empresa incipiente, de reciente formación, que se apoya principalmente en la tecnología, pero, sobre todo, que muestra un alto nivel de proyección, es decir, que todo el mundo ve en dicha compañía un potencial para convertirse en una gran empresa.
Pero ¿es tan sencillo como parece? Existen muchos procesos y métodos para ayudar a que tu startup crezca y sea exitosa, pero todas dependen de factores distintos. Nos centraremos en el método Lean Startup, escrito por Eric Ries. Un libro lleno de casos de éxito que demuestra que se aprende de los fracasos. Eso es esencial. Y es que si no fracasas, nunca aprenderás a hacer las cosas bien.
Para empezar, tienes dos retos importantes: el primero es crear un equipo con el que puedas probar cada método con la idea pensada, y el segundo, que a pesar de probar todo, no pierda de vista lo más importante, la esencia de todo: su visión. Vale mucho el hecho de ir cambiando, innovando, pero lo que no se debe perder es el por qué y para qué empezaste y a dónde quieres llegar.
Pero nada de esto puede ser posible si no se avanza de la mano con los clientes. El producto ya no tiene la misma importancia de antes, pues ahora quien está en la punta de la pirámide de prioridades es el cliente. Y es que no solo es quien te va a comprar o contratar, sino que existen estrategias para que juntos puedan crear algo que beneficie a ambos. Los productos pueden no ser perfectos, pero mediante el feedback puedes empezar a validar tus ideas y que los clientes te ayuden a llenar los espacios que le pueden faltar al producto. En otras palabras, trabajar de la mano.
También hay que tomar en cuenta que no todo es financiamiento, pues no es lo único que debemos medir en estos casos. Debemos conocer la realidad en la que estamos, diseñar nuestras ideas de acuerdo a lo que tenemos en el camino para ir avanzando. No te dejes llevar por indicadores “vanidosos”, porque estos pueden llevarte a cometer errores. Conoce tu realidad para que realmente tengas la certeza de tomar las decisiones correctas. Cito a Eric Ries: “Con una estrategia mejor, nuestros esfuerzos de desarrollo de producto fueron mágicamente más productivos, no porque estuviéramos trabajando más duro sino porque lo hacíamos de una forma más inteligente, a partir de las necesidades reales de nuestros clientes. Los cambios positivos en los indicadores se convirtieron en la validación cuantitativa de que nuestro aprendizaje era real”.
Si crees que las cosas no van bien, hay una decisión que tomar. Puedes pensar que el optimismo es lo principal y que solo las personas valientes son optimistas, y puede que en algunos casos sí lo sea, pero hay algo mucho más importante y difícil: decidir cuándo pivotar. Pivotar es tomar la decisión de corregir algo que probablemente estés haciendo mal, crear nuevas estrategias, una nueva hipótesis sobre tu producto. Tomar esta decisión antes de seguir perseverando y que todo el esfuerzo realizado hasta ese momento no solo se convierta en una pérdida de tiempo, sino también de dinero. Esto se puede evitar también porque se trabaja con un prototipo que está diseñado para ser modificado en cuestiones técnicas y de diseño y tiene como objetivo principal probar las hipótesis fundamentales del negocio. Esta versión debe permitir dar la vuelta entera al circuito crear-medir-aprender, que es el núcleo central del método, con un mínimo esfuerzo y el mínimo tiempo de desarrollo. A este prototipo se le llama producto mínimo viable (PMV).
Aún se cuestiona si el método Lean Startup es más efectivo que crear un plan de negocios, pero ambas metodologías son muy distintas y se ven influidas por diversos factores. Pero respecto a este método, cabe destacar que todas estas estrategias se pueden aprender para que tu emprendimiento funcione y enseñar a otros. Céntrate en las necesidades del cliente, busca y desarrolla un producto que las solucione. No esperes solo a ver qué tal lo reciben. Explora, innova, utiliza tus recursos y, sobre todo, no desaproveches las oportunidades.