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“La entrevista es, justamente, acerca de la entrevista”, explico al profesor Alberto Pinillos. A lo largo de nuestra carrera –Ciencias de la Comunicación en la Universidad Privada Antenor Orrego (UPAO)–, mis amigos y yo lo observamos en la facultad. Siempre lucía impecable. Los pantalones caqui, los zapatos limpios, la camisa lisa y el saco de color vibrante. Lo nombramos el docente mejor vestido. Es la primera vez que converso con él.
Alberto Pinillos es comunicador social de profesión, responsable de prensa, relaciones públicas y protocolo de la UPAO. Alguna vez, le oí decir a una compañera que fue su maestro preferido. No dictaba clases cuando yo ingresé. Por eso no habíamos interactuado hasta ahora, que pido su perspectiva sobre un tipo de interacción. La entrevista audiovisual.
El secreto de una buena entrevista
“¿Cómo se hace una buena entrevista?”, pregunto, a sabiendas de que la respuesta será larga. Alberto Pinillos regresa el pasado: hace treinta años, un comunicador debía caminar hasta la oficina del entrevistado, agendar la entrevista con la asistente, gestionar la tecnología necesaria…
Hoy, la cosa pinta diferente. “Hay que documentarse, conocer a quién entrevistaré…”, aconseja en principio. No es lo mismo conversar con un deportista que con una autoridad política. “Y contar con una agenda de ideas fuerza. ¿Sobre qué hablaré? ¿Es una entrevista informativa? ¿De opinión? ¿De personalidad? Esas son consideraciones importantes”, añade Pinillos.
Entonces, ¿dónde está lo distinto? Según el maestro, en la cercanía. “La cercanía te hace sentir ese calor humano… En lo personal, yo extraño el set de televisión, el momento en que saludas al invitado y estrechas su mano”, confiesa. En ese sentido, una entrevista de estudio y una a través de Zoom guardan diferencias. “En la entrevista remota, no está esa emoción, esa cercanía. El face to face es irreemplazable”, concluye.
El estilo del entrevistador
“Cada comunicador desarrolla un estilo propio”, empieza Alberto Pinillos. Al momento de entrevistar, las personas manifiestan una forma singular de comunicarse. Pinillos solo advierte dos peligros.
El primero se relaciona al ego. “No somos protagonistas. El entrevistador no puede opacar a su invitado”, señala el profesor. Tampoco se trata de permanecer en silencio, o indiferente. “Va a depender de la temática. Si entrevistas, por ejemplo, a una autoridad denunciada, tienes que ser más incisivo. No con el afán de hacerle quedar mal, sino por respeto al contexto”, aclara Pinillos.
El segundo va de lleno al conflicto. “Ningún estilo debe hacerme perder los papeles. Incluso en un clima hostil, el comunicador se mantiene en su rol mediador. No es recomendable propiciar disputas en los medios de comunicación”, sostiene el experto.
La primera y última entrevista
Sin embargo, Alberto Pinillos no siempre tuvo la experiencia. “Recuerdo que, cuando era estudiante, practiqué en una radio de Trujillo. El director me mandó a entrevistar a un político sobre la Perestroika. Yo no sabía mucho del tema. Me sentía nervioso, titubeaba…”, relata.
En cuanto a su primera entrevista televisiva, la presión fue menor. “Hubo un clima espontáneo y cordial. Las luces te afectan un poco, porque no estás acostumbrado. Es bueno tener una toalla al lado, en caso sudes”, declara el docente.
Durante su última entrevista, tampoco faltó la espontaneidad que refiere. “He tenido que improvisar un pequeño estudio. Todo es vía Zoom. Trato de ponerle mucha emotividad, de acuerdo a la temática, pero… No. No es lo mismo. El sentimiento de conexión no es igual”, admite Beto Pinillos, con cierta nostalgia en la voz. Minutos después, precisa aquello que permanece en sus entrevistas pese al transcurso del tiempo: “Conversar (con los invitados). Es interesante porque entras en diversos mundos y contextos, muy enriquecedores. Todas las historias son valiosas”.
Consejos para un entrevistador
El error está en la apariencia. El buen entrevistador no intenta aparecer como protagónico, ni como sabio o sofisticado. “No es un ring de boxeo. El que tengas el micrófono no te hace mejor que nadie”, afirma Pinillos. Un periodista, insiste, no debería fingir durante la entrevista.
”A veces (los entrevistadores) adoptan otra identidad. No tiene que ser así. Uno tiene que ser como en su vida diaria”, sugiere el docente, con una expresión relajada en el rostro. La coherencia que aconseja es clave para el desarrollo profesional de los jóvenes. “Ustedes están en una ventaja competitiva respecto a mi época. Acceden a más información, aprenden a discernir la positiva de la negativa. No se dejan influenciar como antes. No es fácil manipular a una generación que siempre está actualizándose”, argumenta Pinillos.
A los estudiantes, el magíster recomendaría –sobre todo– adaptarse, e informarse acerca de múltiples temas, además del académico. “Por naturaleza, un comunicador es un profesional multidisciplinario. Trabajamos en escenarios de alto contraste, desde una cena de gala hasta un sector de pobreza. Por eso, más que ser informales, los comunicadores asumimos roles de acuerdo al contexto”, finaliza Pinillos.