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Ver dos veces la misma película en sus dos versiones para descubrir en qué momento me puedo identificar más, me hizo despertar el placer de ver el cine solo.
Joker (Todd Phillips, 2019) nos cuento la historia Arthur Fleck como su delicada condición psicológica lo conduce a ser un ente provocador, demente, asesino que es potencializado por el maltrato social, la marginación y sobretodo el descubrimiento de una fuerza imparable que le permitirá superarse, aunque no de la forma adecuada.
Regresé a disfrutar del cine en soledad, lo dije líneas arriba, pues solo pude sumergirme en el personaje, padecer con él, ilusionarme, sentir los golpes recibidos, pero en especial, porque pude dejarme llevar por ese mundo que se va oscureciendo ante los ojos de un personaje con problemas con una pena en aumento planteando justificaciones para aprobar sus extremas reacciones.
La actuación de Joaquin Phoniex es soberbia, plasma tan bien ese dolor, ese desequilibrio, esa risa, el humor que imprime en sus acciones. Podemos centrarnos en sus dos transformaciones: la primera es al verlo en la cinta, al inicio, como cambia su aspecto, su forma de personificar a ese ser tan débil y dañado que con el paso del metraje de la cinta encuentra su razón de ser en ese desequilibrio que lo conduce de forma indirecta a encabezar todo el caos de una sociedad, mostrando esa segunda transformación, cual larva saliendo del capullo, para mostrar su verdadero rostro: el del JOKER.
Música apropiada, fotografía ideal, entorno de una decadente Nueva York, perdón Gotham, logrando ensamblar una película completa y compleja sin chance a extenderse en una interminable saga.
Presentar el origen de un personaje tan querido y odiado por los fanáticos de los cómics, mezclando diversos textos o referencias, tanto de anteriores Jokers, como de personajes y actores que siguieron ese camino hacia el abismo de la demencia.
Película redonda, fuerte, directa y muy violenta que tiene una relación muy superficial con el universo de las historietas, pero que llega a crear un personaje completamente nuevo y distinto a los ya conocidos, ni igual ni comparable, solo distinto y muy nuevo: violentamente refrescante.