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Eternidad. A la edad de 34 años, el último viernes 26 de noviembre partió de manera inesperada Óscar Catacora, cineasta puneño, cuya ópera prima (Wiñaypacha) significó una pieza fundamental para el cine peruano regional. De corazón humilde, valores profundamente humanos y comprometido con un séptimo arte lleno de mensajes, el joven realizador dejó una película sin concluir (Yana-wara) y el panorama audiovisual peruano conmocionado.
Lamentamos el sensible fallecimiento de Óscar Catacora, destacado director de cine, guionista y director de fotografía del departamento de Puno. pic.twitter.com/VXNqwLc5di
— Ministerio Cultura (@MinCulturaPe) November 27, 2021
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Óscar Quispe Catacora nació en la comunidad campesina de Huaychani, Puno, el 18 de agosto de 1987. Sus padres, agricultores y campesinos, lo educaron en el campo buena parte de su infancia; sin embargo, fue en la ciudad de Puno donde terminaría su primaria y secundaria. “Viví solo desde los 12 años. Trabajaba de cobrador, comerciante. A los 16 fue que empecé con las filmaciones y fotografías en eventos”, contó en una entrevista a Cinencuentro.
Samuráis andinos
Su impronta, marcada por un estilo indigenista, recuerda a la obra de los magníficos Martín Chambi y Akira Kurosawa. ¿Cómo llegan estas referencias a él? El primero siempre le generó un aura de misterio y admiración debido a la captura del sentir andino en sus fotografías. Sobre el segundo, la inspiración se remonta a sus inicios en el consumo de películas cuando en un cine-video tuvo la oportunidad de ver Shichinin no Samurai (Los Siete Samuráis) y Rashōmon (Escándalo).
“Veía mucho a Jackie Chan y a Van Damme en las películas que proyectaban, entonces, al principio, quería ser como ellos, una estrella de cine. No me interesaba otra cosa, yo quería ser actor”. Apenas terminó el colegio dirigió y protagonizó El Sendero del Chulo, un western experimental sobre la violencia en Puno. Luego, por una suerte de capricho, se enroló en el ejército y, al terminar, ingresó a la Universidad Nacional del Altiplano.
¿Por qué le interesó la academia? Además de las palabras de aliento que recibió de parte de quienes veían El Sendero del Chulo, Catacora encontró en Ciencias de la Comunicación un ente transmisor de habilidades relacionadas a la investigación y no al séptimo arte. Para el realizador puneño, el cine se aprendía con gente que lo practicaba: “Cuando un docente te dice “El cine se hace así” terminas haciendo su película y no la tuya”.
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Wiñaypacha
Wiñaypacha (eternidad) fue el primer y único largometraje de ficción de Óscar Catacora. Grabada íntegramente en lengua aimara, la película narra a través de 86 minutos los acontecimientos en la vida de Phaxsi y Willka, una pareja de ancianos abandonados a su suerte en un lugar inhóspito de los Andes. El filme fue un suceso internacional, llevándose múltiples premios entre los que destaca mejor ópera prima y mejor fotografía en el Festival de Cine de Guadalajara (México).
“Más allá de lo que podría significar literalmente el título (puede traducirse, también, como ‘tiempo eterno’ o ‘mundo eterno’) nuestra intención fue redondear la historia. ‘Eternidad» describe al mundo andino, el pachakuti: el tiempo es circular”. En tal sentido, Catacora declaró en entrevista al diario El Comercio que, a pesar de no haberlo leído en ninguna parte, en base a sus raíces aimaras, él considera a la reencarnación como parte de su cultura.
Finalmente, para el ahora extinto realizador, su obra posee dos miradas: por el lado occidantal dialoga sobre el abandono del Estado y de los hijos; mientras, en un sentido andino, Wiñaypacha habla de la conexión armónica con la naturaleza. “Es complicado, pero esto no es un documental, sino una ficción. Como cineasta, en todo caso, me gusta la ambigüedad. El cine es un hecho ficticio, se basa en creaciones. Podrían considerarme un mentiroso, un fantasioso”.
Vuela alto, Óscar Catacora. El cine regional está de luto.