En el año 2019, Martin Scorsese, reconocido director de cine, declaró que las películas de Marvel no son cine y son historias poco originales y la mayoría de ellas se parecen a un parque de atracciones. A raíz de esto, diversos directores como Ridley Scott (Alien) y David Cronenberg (La Mosca) apoyaron estas declaraciones y culparon a las películas de superhéroes y a Disney de la muerte del cine.
Es una afirmación que se ha escuchado durante los últimos años. Yo no estoy de acuerdo en eso, Marvel no está destruyendo al cine.
El cine siempre ha sido una industria voraz que busca generar dinero. Recordemos que a principio de los 30 ‘s las grandes productoras hacían 200 películas al año. Las películas parecían más un producto en masa que arte. Esto empezó a generar un contra peso en la industria; guionistas, fotógrafos y directores se dieron cuenta que esto estaba mal.
Directores como John Ford (La diligencia), Frank Capra (¡Qué bello es vivir!) y Alfred Hitchcock (Psicosis) comenzaron a producir sus propias películas. No querían rendirle cuentas a las productoras, ya que querían mantener intacta la visión de su película. La industria estaba creando vorazmente productos masivos y el cine orgánicamente respondió y balanceó lo que estaba pasando. El cine como arte sobrevivió.
En la década de los 50 ‘s, Hollywood había sido muy inteligente y dominaba la industria global. Las grandes producciones con presupuestos millonarios inundaban las salas de todo el mundo. Otra vez los artistas se sentían ignorados y con poca difusión ¿Qué pasó entonces?
Francia respondió con una de las corrientes más influyentes de la historia «Nouvelle vague», entregando directores como Jean-Luc Godard (Sin aliento), François Truffaut (Los 400 golpes) y Agnès Varda (Cleo de 5 a 7). Italia estaba en el Neorrealismo y nos entregaba directores como Federico Fellini (La dolce vita). República Checa estaba haciendo su propia corriente, incluso Estados Unidos estaba teniendo un movimiento independiente que le regresaba la voz a los directores, John Cassavetes (Faces) sería uno de los pioneros de ese movimiento. El cine una vez más sobrevivió.
Pero seamos sinceros, estas películas no hacen el mismo dinero que las grandes productoras, y es preocupante el monopolio que tiene en taquilla Disney, pero recordemos que todas las películas tienen un objetivo. Las películas de Disney y Marvel tienen como objetivo vender, en cambio, la primera preocupación de distintos directores, como Céline Sciamma, no es vender. Ellos quieren expresar lo que sienten o piensan en sus películas. Si la película conecta y vende, en buena hora.
Cuando se dice que Marvel está destruyendo el cine, me deja pensando en que si el cine de arte alguna vez fue popular. Si revisamos la lista de las películas más taquilleras de los últimos años, verán que no aparece ninguna de estas películas de cine arte.
¿Qué quiere decir esto? Que el cine de arte no ha sido popular y eso está bien. No podemos comprar el cine de las grandes productoras con el cine artístico. Sí, las grandes productoras tienen un preocupante monopolio en las taquillas, pero el cine orgánicamente ya está respondiendo .
Plataformas de streaming como Netflix han financiado películas a directores no tan convencionales. Directores como Alfonso Cuaron (Roma), Pedro Almodovar (Dolor y Gloria), David Fincher (Mank), los Hermanos Coen (La Balada de Buster Scruggs) e incluso el mismo Scorsese (El Irlandes) se han beneficiado de esto.
Productoras no tan conocidas como A24 ha dado libertad a excelentes directores y ha entregado grandes películas como El Faro de Robert Eggers, Diamantes en bruto de los Hermanos Safdie y Moonlight de Barry Jenkins.
Incluso, en medio de la voracidad de Disney y Marvel, el cine koreano con Bong Joon Ho (Parasite), Chan-Wook Park (Oldboy) y Kim Ki-duk (Bad Guy) están encontrando nuevas audiencias y proponiendo una nueva forma de hacer cine
El cine no va a morir, se va a transformar, como siempre lo ha hecho.