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Es innegable el impacto social que han generado la comunicación estratégica y la gestión de la comunicación dentro de las organizaciones, en todos los niveles del organigrama y durante todo el proceso de toma de decisiones. Su utilidad va, incluso, más allá, pues la comunicación se convierte en el actor principal dentro del escenario de la gestión pública.
La gestión pública es la forma eficiente del uso de los recursos limitados de la organización, para el logro de metas y objetivos establecidos en beneficio de la sociedad y su desarrollo.
Otra definición concibe a la gestión como la “acción que implica planificar, organizar, motivar, dirigir y controlar, desde un punto de vista general, y, en forma específica, prever, ordenar, atender a los objetivos, la integración de los esfuerzos y la efectividad de las aportaciones de los demás, con el fin de lograr el desarrollo de las organizaciones” (Definición del Diccionario de Administración y Ciencias Afines –DACA- en Postigo de Bedia y Díaz de Martínez, 2006: 121). En este caso, vemos que la definición de gestión se aproxima mucho a la definición clásica de administración.
Por ende, en toda organización pública debe primar la buena comunicación a fin de generar y fortalecer las relaciones entre los distintos niveles organizacionales. En estos, la comunicación y la cooperación deben ir de la mano para un trabajo conjunto de los colaboradores para obtener un resultado común.
La comunicación dentro de las organizaciones también sirve resolver conflictos internos y para la negociación y toma de decisiones respecto a temas en los cuales el comunicador es capaz de generar diálogo y tender puentes entre las partes involucradas.
Otro de los roles de la comunicación, es la planificación estratégica a fin de elaborar planes a corto, mediano y largo plazo, con el propósito de no solo mejorar las relaciones internas sino también contribuir para un mejor manejo de los recursos; es decir, mediante la elaboración de estrategias de cultura del ahorro, mejor distribución del gasto, aumento del rendimiento y producción, fortalecimiento de las sinergias corporativas, entre otros.
Por eso, si la comunicación dentro de la organización falla, toda la organización va camino al fracaso: la productividad disminuye, los conflictos internos se avivan, el rendimiento y la eficacia corporativa empiezan a colapsar.
Entonces, podemos concluir que la comunicación sirve para que las organizaciones aprovechen todas sus potencialidades a través de una buena coordinación, transmisión de valores, asignación de responsabilidades, mecanismos de control, respeto por la autoridad y, sobre todo, la generación de una cultura organizacional sólida.