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A mediados del siglo XX, en Estados Unidos, aparece una nueva rama del marketing, el cual consistía en promover las ideas de un candidato para llevarlo al poder. Según Pandiani (2007), fue Dwight Eisenhower, quien contrató a la agencia publicitaria BBDO en 1952, así se convirtió en el primer candidato a la presidencia de un país en trabajar su campaña mediante la publicidad masiva por televisión. Como señala Domínguez (1983), Latinoamérica se sumó a esta tendencia en 1968, pues, en Venezuela, los partidos políticos AD y COPEI contrataron a Joe Napolitan y David Garth para asesorar a sus respectivos candidatos.
Desde entonces, se ganó terreno para el desarrollo paulatino y firme de un nuevo término para la mercadotecnia: El marketing político y de gobierno.
El objetivo principal del marketing político es establecer métodos para desarrollar buenas campañas. Está dividido en dos procesos: el marketing electoral y el marketing gubernamental. El primero se pone en práctica en campaña electoral para incentivar al voto del elector; el segundo, para tomar decisiones y ejecutar planes de gobierno cuando el candidato o partido han llegado al poder.
Los asesores y estrategas políticos son los que orientan a tomar decisiones. Estos trabajan con candidatos y no con productos o servicios. “Vender” un postulante no es lo mismo que “vender” una licuadora. En este caso hay electores y no clientes, y a diferencia del marketing comercial, existen propuestas en lugar de precios; existen planes de gobierno en vez de descuentos. Por ende nada debe ser improvisado y se requiere una estrategia política. En la actualidad la mayoría de políticos necesitan la creatividad y análisis de un especialista en marketing político; hay un nicho de mercado importante donde los comunicadores tienen una oportunidad laboral.
El consultor político tiene la gran responsabilidad de proyectar una buena imagen de su asesorado, pues un error podría hacerle perder la contienda electoral, tal como sucedió con Alfredo Barnechea por no comer “chicharrón”, Cesar Acuña por las escandalosas denuncias de plagio en su contra o con Alan García tras agredir verbalmente a uno de sus colaboradores en Huancayo. Esto generó antipatía entre muchos electores. Queda claro entonces que los votantes forman sus opiniones tomando en cuenta estas actitudes y terminan votando por otro candidato.
El marketing político se orienta a mostrar a los electores los mejores atributos en cuanto a la actitud, personalidad y habilidades de un aspirante al poder. Se ofrece a la ciudadanía la solución de sus problemas a cambio de sus votos. Entonces, concluimos que el marketing político y de gobierno requieren de un trabajo minucioso y analítico, porque es, en efecto, el arte de llegar al poder y gobernar estratégicamente.
Favio Zerpa Novoa
Estudiante de VII de Ciencias de la Comunicación- UPAO
Me apasiona el periodismo y tengo fuerte inclinación hacia el periodismo deportivo. Anhelo ser uno de los mejores periodistas deportivos del medio, pues no hay nada como trabajar en lo que a uno le satisface. Mis hobbies preferidos son la lectura, realizar actividades deportivas como levantar pesas y correr, además de escuchar música. Soy empático, seguro, autónomo y amo los retos.